Música de frente

Hemos padecido en locales, consultorios, bares, peluquerías y otros lugares públicos la sospechosas, pero por lo menos variadas músicas "de fondo".
Suena hoy, con insoportable fuerza, un fenómeno opuesto, que nunca antes alcanzó tanto volumen. Esto es la costumbre (la ley?, el mandato divino?, el instinto?) de escuchar cumbia con los parlantes en la ventana, o el balcón, apuntando hacia afuera.
Me detengo en el verbo escuchar con la sospecha de que estos criminales escuchan menos dentro de su madriguera que sus víctimas en el exterior.
-¿qué pretenden?, cambiar el mundo?, alegrarlo?, que la gente baile?, que escuche un mensaje?
Me cuesta analizar este fenómeno, más que nada por no que no logro dejar de escuchar el ruido a latas (todas sus latas) golpeadas al unísono (unísono¡¡¡???)
Vuelvo a detenerme, esta vez en "unísono", ya que en reflexiones pasadas creo haber descubierto la razón fundamental por la que estos ritmos son tan perjudiciales. Esto es que la suma de golpes más o menos al unísono produce un estruendo similar al de algo que se rompe (una botella de cerveza?, un pingüino lleno de sidra?, una damajuana llena de arandelas?) provocando un estado natural de alarma, que a un ritmo ligeramente mayor al cardíaco y repetido infinitas veces es letal.
Insisto, ¿que quieren?, ¿por que lo hacen?, si algo hice mal, díganme qué.
Por mi parte, cuando veo un Home Theatre (un jome titer), sólo pienso en comprar una escopeta (¿será eso? ¿querrán que la gente se arme?)